Opinión

Renovación o Estancamiento: El Desafío de la Dirección Política

La democracia interna de un partido no se mide únicamente en el derecho al voto, sino en la capacidad de abrir espacios a nuevas generaciones que aspiran a conducir el destino de la organización. La Fuerza del Pueblo se encuentra en un momento crucial: la elección de su Dirección Política. Este proceso trasciende lo interno, pues marcará la coherencia entre el discurso democrático y la práctica política que el partido ofrece a la sociedad dominicana.

La Dirección Política no es un cargo honorífico, sino el órgano donde se deciden las grandes líneas estratégicas: desde la construcción de alianzas hasta las políticas públicas que se promoverán al llegar al poder. Ser parte de este espacio representa un honor y privilegio, pero también una responsabilidad que compromete la visión, la experiencia y la capacidad de trabajo colectivo. Para los seguidores de un pequeño líder que se abre camino, ver a su referente político alcanzar ese nivel significa confirmación de que el esfuerzo militante sí tiene recompensa, y que la política no es un club cerrado para unos pocos.

Muchos miembros de la Dirección Central, a pesar de décadas de militancia y sacrificios personales, nunca han tenido la oportunidad de disputar un espacio de tanta trascendencia. La entrada de nuevos liderazgos, incluso de aquellos que algunos consideran inmaduros o inexperto puede despertar cualidades ocultas, obligar a crecer políticamente y generar aprendizajes que solo la práctica ofrece. La democracia interna no se debilita cuando se abre a lo nuevo: se revitaliza.

Todo partido que no se renueva, muere lentamente. Admitir el cambio generacional no es un capricho, sino una necesidad de supervivencia. Preparar jóvenes cuadros para que asuman responsabilidades en la alta dirección no excluye a los veteranos; al contrario, permite que la experiencia de los mayores se complemente con la energía y visión de los más jóvenes. La combinación de tradición y renovación es la fórmula que da extensión de vida y legitimidad a una organización política.

Si los miembros de la Dirección Política son vistos como una élite cerrada, el partido corre el riesgo de convertirse en una casta desconectada de su militancia. Pero si, en cambio, se convierten en una escuela de liderazgo, abierta a la formación y proyección de nuevos talentos, la Fuerza del Pueblo demostrará que practica la democracia no solo hacia afuera, sino hacia adentro.

Las circunscripciones 1, 2 y 3 del exterior nunca han tenido representación en este organismo, a pesar de la trascendencia política, social y económica de la diáspora. Para los miembros del partido en Estados Unidos, Europa y América Latina, tener voz y voto en la Dirección Política no es un capricho, es un derecho que valida su aporte histórico. La inclusión de representantes del exterior fortalecerá el vínculo entre el liderazgo nacional y la militancia que vive y trabaja fuera de la República Dominicana.

El reto de la Fuerza del Pueblo y del Dr. Leonel Fernández no es solo ganar las elecciones de 2028, sino construir una democracia interna robusta que dé ejemplo al país. El momento de escoger la nueva Dirección Política será una prueba de fuego: demostrar si el partido cree en la apertura, en el relevo y en la integración de todos sus cuadros, sin importar su lugar de residencia o la magnitud de su liderazgo.

El camino hacia la Dirección Política debe ser visto como un proceso democrático, constructivo y motivador. Cada aspirante, veterano o joven, debe comprender que no se trata únicamente de alcanzar un cargo, sino de asumir una misión: fortalecer la unidad, proyectar al partido y preparar la victoria del 2028.

Quien logre entrar a este organismo habrá conquistado algo más que un espacio: habrá validado que en la Fuerza del Pueblo los sueños militantes pueden convertirse en realidades.

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