Opinión

El Eco del Congreso, Puente hacia la Victoria

La Fuerza del Pueblo (FP) cerró recientemente un capítulo crucial en su historia institucional: la elección de 10 nuevos miembros de su Dirección Política, proceso que estuvo acompañado de la ratificación de otros dirigentes y de la incorporación ex officio de tres más. El resultado fue un órgano de 73 integrantes, reforzado por la presencia de dirigentes con experiencia, nuevos liderazgos y el respaldo explícito de la militancia en un proceso que, según datos de participación, alcanzó cerca del 90%.

El congreso elector Manolo Tavárez Justo, supervisado por la Junta Central Electoral, fue más que un ejercicio de votación. Constituyó un termómetro de la madurez democrática del partido, de su capacidad de organización y de su disciplina interna. Sin embargo, como todo proceso humano, dejó al descubierto aciertos que deben preservarse y fallas que conviene ajustar.

En términos organizativos, el evento fue ordenado y, en líneas generales, ejemplar. El reconocimiento al presidente Leonel Fernández, al vicepresidente Radhamés Jiménez y al secretario general Antonio Florián mostró cohesión en la cúpula y legitimidad ante las bases. Pero sería ingenuo pensar que no hay espacios de mejora. La extensión del congreso más larga de lo previsto, restó dinamismo político y abrió espacio a la desmovilización. El factor tiempo, en política, es tan determinante como en la guerra: una batalla ganada a destiempo puede convertirse en derrota.

La participación de la diáspora constituye otro aspecto crítico. Muchos dirigentes del exterior tuvieron que trasladarse hasta la República Dominicana para ejercer el voto, lo que limitó la presencia de un sector vital en el futuro político de la organización. La diáspora, por su peso económico, político y simbólico, merece mayor reconocimiento y mecanismos de inclusión más prácticos. Subestimarla sería, en términos históricos, repetir los errores de imperios que olvidaron a sus provincias más productivas y luego las vieron reclamar protagonismo.

La experiencia recuerda, en cierta forma, el Sínodo de Constanza en el siglo XV. Allí, la Iglesia Católica enfrentó un cisma con varios papas simultáneos, y el proceso de unidad tardó más de lo previsto. Pero de esa aparente lentitud surgió la reafirmación de principios y la consolidación de la institución. La FP, al igual que aquella iglesia en crisis, está en un punto donde la paciencia estratégica puede ser virtud, siempre que se complemente con reformas y con el compromiso de no repetir desgastes innecesarios.

Un partido sin recursos suficientes para áreas estratégicas, particularmente tecnología, es como un atleta con pulmones débiles: puede tener músculos fuertes, pero sin oxígeno no llegará lejos. La asignación presupuestaria a los órganos vitales de la organización no debe verse como un gasto, sino como una inversión para sostener la vida política de un proyecto que aspira a gobernar.

En general, el proceso cerró con un saldo positivo: unificación de liderazgos, validación de la figura de Fernández y una militancia motivada. Las imperfecciones detectadas no restan mérito; al contrario, ofrecen la oportunidad de mejorar y de afinar la maquinaria política para la carrera decisiva del 2028.

La FP sale de este congreso con mayores posibilidades de consolidarse como opción de poder. La valoración ciudadana, que percibe al partido como una fuerza en crecimiento y a Leonel Fernández como un estadista de alcance internacional, es un activo invaluable. No obstante, convertir esa percepción en victoria requerirá audacia estratégica, disciplina organizativa y un contacto más estrecho con las realidades del pueblo dominicano, dentro y fuera del territorio nacional.

En definitiva, la Fuerza del Pueblo ha demostrado que sabe crecer en la adversidad, y que su democracia interna no es un simple ritual, sino un ensayo general para el escenario de mayor envergadura: las elecciones presidenciales del 2028. Y allí, como bien decía Cicerón, “la gratitud no solo es la madre de las virtudes, sino también la garantía de la confianza en el futuro”.

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